La ciudadanía tiene el derecho democrático de disfrutar con plenitud del espacio público, el de todos. Basado en los valores de «las ciudades republicanas», pensadas para la mayoría: más espacio para peatones, más verde, más agua, menos humos, la luz adecuada y una mirada feminista.
El Ayuntamiento ha de preservar el buen uso del espacio público mediante la planificación y la aplicación de leyes, ordenanzas y reglamentos que prioricen los usos cívicos y penalicen los incívicos. Sin olvidar lo que decía el juez progresista Brandeis: «El cargo político más importante es el de ciudadano. En una república, los deberes que impone este cargo no se pueden descuidar sin perjudicar gravemente el interés público». Por tanto, no podemos olvidar ni menospreciar las obligaciones que tenemos como vecinos y vecinas en la utilización del espacio público y en su mantenimiento. La gente debe amar y cuidar la ciudad y hacerse suya.
ERC defendió en el último pleno municipal la humanización del espacio público, moción que pretendía explorar vías para mejorar nuestras calles y plazas. Se pusieron a debate diferentes cuestiones, como motos aparcadas en las aceras o los pilotes, que quitan espacio a las personas y dificultan el desplazamiento, en especial las que tienen una movilidad reducida o las familias con cochecitos de bebé. También hablamos sobre las terrazas de los bares y la obligación de estos de recoger las mesas y sillas una vez finalizada la actividad, también temas como la recogida de excrementos, el abandono de muebles y costumbres como tirar colillas al suelo o escupir. Necesitamos un plan para recuperar el buen uso de los espacios urbanos y un calendario para mejorar la calidad de las calles y plazas.